6/11/08

El colesterol en la sangre y la arterioesclerosis

El nivel de colesterol en sangre no tiene ninguna relación con la arterioesclerosis
Dr. Uffe Ravnskov, Ph.D.

Uno de los hechos más sorprendentes sobre el colesterol es que no hay relación entre el nivel de colesterol en sangre y el grado de arterioesclerosis en los vasos sanguíneos. Si un alto nivel de colesterol realmente promoviera la arterioesclerosis, entonces las personas con colesterol alto deberían obviamente tener más arterioesclerosis que las que tienen colesterol bajo.

Pero no es así. El Dr. Kurt Landé, patólogo, y el Dr. Warren Sperry, bioquímico, del Departamento de Medicina Forense de la Universidad de Nueva York, fueron los primeros en estudiar esta cuestión (25). Era el año 1936. Para su sorpresa, no hallaron absolutamente ninguna relación entre la cantidad de colesterol en la sangre y el grado de arterioesclerosis en las arterias en un gran número de individuos que habían muerto violentamente. En los grupos de todas las edades, sus diagramas parecían el cielo estrellado.

Los defensores de la hipótesis de los lípidos nunca mencionan a los Dres. Landé y Sperry, o los citan incorrectamente y dicen que sí hallaron una relación (26), o ignoran sus resultados argumentando que los valores de colesterol en los muertos no son idénticos que los de los vivos.

Ese problema fue resuelto por el Dr. J.C. Paterson de Londres, Canadá, y su equipo (27). Durante muchos años siguieron a unos 800 veteranos de guerra. A lo largo de los años, el Dr. Paterson y sus colaboradores analizaron regularmente muestras de sangre de estos veteranos. Debido a que restringieron su estudio a veteranos que habían muerto entre los 60 y 70 años, los científicos estaban informados sobre el nivel de colesterol de una gran parte del período en el que normalmente se desarrolla la arterioesclerosis.

El Dr. Paterson y sus colegas tampoco hallaron ninguna relación entre el grado de arterioesclerosis y el nivel de colesterol en sangre; aqeullos que habían tenido un bajo nivel de colesterol tenían tanta arterioesclerosis cuando murieron como aquellos que habían tenido un alto nivel de colesterol.

Se han realizado estudios similares en la India (2, Polonia ( 29)Guatemala (30), y los Estados Unidos (31), todos con el mismo resultado: no hay relación entre el nivel de colesterol en la sangre y la cantidad de arterioesclerosis en los vasos sanguíneos.

Pero se ha hallado una relación en algunos estudios. Uno famoso es el estudio de Framigham, Massacusetts (32). Sin embargo, la relación que hallaron los investigadores de Framigham era mínima. En términos estadísticos, el coeficiente de correlación era solamente de 0.36. Un coeficiente tan bajo indica una relación desesperadamente débil entre las variables, en este caso, claro está, entre el colesterol y la arterioesclerosis. Normalmente, los científicos exigen un coeficiente de correlación mucho más alto antes de concluir que hay una relación biológicamente importante entre dos variables.

Se llegó a este coeficiente muy bajo de correlación luego de mucho estudio. Para empezar, a muchos de los habitantes de Framingham se les realizaron exámenes de colesterol varias veces durante un período de varios años. Luego, el Dr. Manning Feinleib del Instituto Nacional de corazón, pulmón y sangre, dirigió a un equipo de colaboradores en el estudio de los vasos coronarios de los que habían muerto. Los investigadores estaban deseosos de descubrir cuál de los muchos factores que habían estudiado era el más importante en el desarrollo de la arterioesclerosis en aquellas personas muertas en Framingham. ¿Era el nivel de colesterol en sangre o el número de cigarrillos fumados, u otra cosa?

Después de describir cuidadosamente la arterioesclerosis en las arterias coronarias de las personas muertas, el Dr. Feinleib y sus colaboradores concluyeron que el nivel de colesterol era el mejor indicador para predecir el grado de arterioesclerosis. Ni la edad, ni el peso, ni la presión sanguínea, ni ningún otro factor era tan buen indicador como el colesterol para predecir la arterioesclerosis . Pero, como se dijo, el coeficiente de correlación entre el colesterol y la arterioesclerosis era nada más de 0.36.

El informe escrito del estudio no ofrecía ningún diagrama ni información sobre el colesterol y la arterioesclerosis de los individuos cuyos cuerpos habían sido examinados. Y el informe no decía nada sobre el muy bajo coeficiente de correlación; ni siquiera mencionaba el tema.

Cuando los científicos llegan a resultados contrarios a todos los estudios previos, es rutinario - no solamente habitual sino rutinario - proporcionar un informe detallado sobre el resultado y también analizar cualquier posible manera en la cual el estudio pueda haber sido parcial o tendencioso, alejándose de la verdad y la exactitud. En el caso de Framingham, la necesidad de que se siguiera este procedimiento científico rutinario era especialmente grande. No solamente era el coeficiente de correlato muy trivial. Además, este estudio, financiado por el Instituto Nacional de Salud con millones de dólares de los contribuyentes, tendría un impacto importante en la salud y en la economía en los Estados Unidos. Si no había relación entre el colesterol y la arterioesclerosis, tal como habían señalado los estudios anteriores, no había entonces necesidad de preocuparse por el colesterol en la dieta. Y miles de millones de dólares de los contribuyentes podrían haberse gastado más criteriosamente, en vez de usarlos para bajar el colesterol de personas sanas.

Pero los científicos que condujeron el estudio de Framingham no tuvieron reservas. Estaban deseosos de destacar su propia excelencia y de hacer hincapíe en los puntos débiles del estudio con veteranos de guerra realizado por el Dr. Paterson. En su informe, ni siquiera mencionaron los estudios de los Dres. Landé y Sperry, ni los estudios de la India, Polonia, Guatemala y los EE.UU. Cuando los autores del estudio de Framingham mencionaron a sus oponentes, era solamente para criticar sin poner sus propias cartas sobre la mesa. Es fascinante imaginar algunas de esas cartas ocultas.

¿Cómo se eligió a los muertos de Framingham para las examinaciones post-mortem? De 914 individuos muertos, los investigadores examinaron solamente a 281. y de los 281, eligieron a 127 (14% de todos los muertos), a quienes se sometió a un programa de autopsias designado especialmente para investigar el corazón y sus vasos.

Por lo tanto, aquellas personas elegidas para las autopsias en el estudio de Framingham no eran una muestra aleatoria de la población, como habían sido en los estudios anteriores. El informe de Framingham no decía nada sobre el criterio de selección. Los estudios científicos informan rutinariamente sobre tal criterio. Por lo general, el factor determinante es la edad. Rara vez se realiza una examinación post-mortem en personas que han muerto en paz a una edad avanzada, como nos pasará a la mayoría de nosotros. En primer lugar, los exámenes post-mortem se restringen a personas jóvenes y de mediana edad, que han muerto antes de tiempo, y así fue en el estudio de Framingham. Casi la mitad de las personas a las que se realizó una autopsia tenían menos de 65 años. Por este motivo, estas personas tenían que haber incluído un numero relativamente grande de casos de hipercolesterolemia familiar, la infrecuente enfermedad genética del metabolismo del colesterol que impide que muchas de sus víctimas lleguen a los 65 años de edad. Más aún, los científicos que estudian el tema de colesterol tienen un especial interés en quienes padecen esta enfermedad, y probablemente fueron elegidos para las autopsias en un programa diseñado para investigar la enfermedad coronaria.

Con solamente un 14% de los muertos elegidos para las autopsias, el riesgo de parcialidad debe haber sido muy grande, porque hay un excepción a la regla mencionada más arriba: los pacientes con la infrecuente enfermedad hipercolesterolemia familiar tienen mucha arterioesclerosis, y niveles muy altos de colesterol en sangre. Si se incluyen muchos pacientes con esta enfermedad en estudio sobre el colesterol y la arterioesclerosis, se encontrará una relación.

La cuestión del colesterol en sangre y la arterioesclerosis ha sido también estudiada mediante la angiografía coronaria. Parece que cada especialista en angiografía coronaria ha realizado su propio estudio, financiado con dinero de los impuestos otorgrado por el Instituto Nacional de Corazón, Pulmón y Sangre. En estudio tras estudio, aparecidos en distitnas publicaciones médicas, y usando casi idénticas palabras, estos especialistas médicos enfatizan la importancia del colesterol en sangre en el desarrollo de la arterioesclerosis (33). Pero los informes no ofrecen figuras individuales, sólo coeficientes de correlación, y nunca por encima de un ínfimo 0.36, por lo general incluso menor. Y nunca mencionan ninguno de los estudios previos en los que no se halló ninguna relación entre la arterioesclerosis y el nivel de colesterol en sangre.

Los estudios basados en angiografías coronarias son básicamente defectuosos si se los aplica a la población general. Las angiografías coronarias se realizan, principalmente, en pacientes jóvenes o de mediana edad que muestran síntomas de enfermedad coronaria, lo que significa que se deben haber incluído un número relativamente grande de pacientes con hipercolesterolemia familiar. Una vez más: hay un obvio riesgo del tipo de parcialidad que describí anteriormente. El hecho de que se justifica esta objeción fue demostrado en un estudio sueco realizado por el Dr. Kim Cramér y su grupo en Gothenburg, Suecia (34). Como en la mayoría de los estudios angiográficos, los pacientes con los mayores niveles de colesterol tenían de promedio los vasos coronarios con mayor arterioesclerosis.

Pero si se excluyó a aquellos que fueron tratados con medicación para bajar el colesterol, y por cierto este grupo debe haber incluído a todos los pacientes con hipercolesterolemia familiar, desapareció la relación entre el colesterol en sangre y la arterioesclerosis.

En Japón la comida es magra, el colesterol en sangre es bajo y el riesgo de sufrir un ataque al corazón es mucho menor que en cualquier otro país. Teniendo en cuenta estos factores, usted pensará probablemente que la arterioesclerosis es rara en Japón.

La condición de las arterias de los norteamericanos y de los japoneses fue estudiada en la década del ´50 por los profesores Ira Gore y A. E. Hirst en la Escuela de Medicina de Harvard (35) y por el profesor Yahei Koseki de Sapporo, Japón. En aquella época, el nivel de colesterol en sangre de los norteamericanos era de promedio 220 y el de los japoneses era 170.

Se estudió la aorta, la principal arteria del cuerpo, en 659 norteamericanos y en 260 japoneses, luego de fallecidos. Se grabaron y midieron meticulosamente todos los signos de arterioesclerosis. Como se esperaba, la arterioesclerosis aumentaba a partir de los 40 años y hacia edades mayores, tanto en los norteamericanos como en los japoneses. Ahora, el hecho sorprendente: cuando se comparó el grado de arterioesclerosis en los grupos de distintas edades, no había casi diferencia entre los norteamericanos y los japoneses. Entre los 40 y los 60 años, los norteamericanos tenían un poco más de arterioesclerosis que los japoneses, y por encima de los 80 años los japoneses tenían un poco más de arterioesclerosis que los norteamericanos.

El Dr. J.A. Resch de Minneapolis y los Dres. N. Okabe y K. Kimoto de Kyushu, Japón, realizaron un estudio similar (36). Estudiaron las arterias del cerebro de 1408 japoneses y de más de 5000 norteamericanos, y hallaron que en los grupos de todas las edades los japoneses tenían más arterioesclerosis que los norteamericanos.

La conclusión de estos estudios es obviamente que el nivel de colesterol en la sangre tiene una importancia pequeña o inexistente en el desarrollo de la arterioesclerosis.

Fuente: http://www.ravnskov.nu/myth2
Referencias: http://www.ravnskov.nu/weblit.htm

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