23/12/11

Papa Noel tiene un origen cercano al diablo, sostiene historiadora

Según la historiadora María Cristina Longinotti, doctorada en Historia y especializada en religiosidad popular, los orígenes culturales de Santa Claus, un vejete generoso y bonachón cuya fuente de ingresos es un misterio, se relaciona directamente con el demonio.

La historia oficial —la que todos conocemos- es que hace siglos existió un santo llamado Nicolás de Bari —o Nicolás, a secas—, que se destacó por su bondad, sobre todo con los niños. En Asia Menor, en el siglo IV, vivió un San Nicolás, obispo de la ciudad de Mira, recordado por sus obras de beneficencia.

Para Longinotti, San Nicolás de Bari, obispo cristiano del siglo IV, nunca puede ser el mismo que el Papá Noel actual, al que imaginamos viviendo en el Polo Norte y no en Asia Menor —ni siquiera en Italia—, que entra en las casas por las chimeneas para dejar regalos y que se transporta en un trineo tirado por renos.

Hay una serie de tradiciones folclóricas europeas vinculadas con la imagen de Santa Claus. Una de ellas relata la existencia de un demonio que descendía con una bolsa por las chimeneas para secuestrar a los niños, quizá para comérselos (y aquí nos asaltan las reminiscencias infantiles del "hombre de la bolsa"). Un hombre santo, quizá el mismo San Nicolás, consigue someter a este demonio y obligarlo a llevar regalos a los niños en desagravio.

- ¿Por qué Santa Claus entra por una chimenea?
Longinotti: Bueno, la chimenea tiene connotaciones demoníacas o hechiceriles, como todo lo relacionado con el fuego. El simple hecho de utilizar la chimenea como entrada a una casa alude a una intromisión no deseada. No en vano, el hechicero moderno más famoso, Harry Potter, viaja de chimenea en chimenea con ayuda de los "polvos flu" (flue es chimenea en inglés). Que Santa Claus descienda por una chimenea en pleno invierno —o sea, con el fuego encendido— sugiere que es inmune a él, como el diablo. Hasta el mismo lugar de residencia de Santa Claus —el Polo Norte o Finlandia— habla de su carácter demoníaco: en la literatura, el diablo suele ser descrito como extremadamente frío —lo que quizá le permite soportar el calor del infierno.

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